La relación entre lo que comemos y nuestra salud intestinal es bien conocida, pero ¿qué sucede cuando decidimos no comer? El ayuno intermitente ha ganado popularidad no solo para perder peso, sino por sus efectos sorprendentes en nuestra microbiota intestinal, ese ecosistema de billones de bacterias que habita en nuestros intestinos e influye en prácticamente todos los aspectos de nuestra salud.
Ayunar 16 horas y comer en una ventana de 8 horas.
Alimentación normal cinco días y restricción calórica severa dos días no consecutivos.
Un día completo sin calorías, una o dos veces por semana.
– Contiene aproximadamente 100 billones de microorganismos.
– Incluye más de 1,000 especies diferentes de bacterias.
– Protege contra patógenos.
– Ayuda en la digestión de alimentos complejos.
– Produce vitaminas esenciales.
– Regula el sistema inmune.
– Influye en el metabolismo y la salud mental.
Los cambios en la microbiota se traducen en beneficios digestivos:
– Menor inflamación intestinal.
– Mejor tránsito intestinal.
– Reducción de hinchazón y gases.
– Disminución de ardor estomacal.
– Mejor tolerancia a alimentos problemáticos.
Un estudio publicado en Gastroenterology encontró que
pacientes con síndrome del intestino irritable
experimentaron mejoras significativas después de
implementar ayuno intermitente durante 8 semanas.
Nuestras bacterias intestinales tienen sus propios ritmos, influenciados por
nuestros patrones de alimentación:
Estás embarazada o en período de lactancia
Tienes historial de trastornos alimentarios
Sufres diabetes tipo 1 o ciertas formas de diabetes tipo 2
Tienes un índice de masa corporal bajo
Padeces enfermedades crónicas específicas
El ayuno intermitente no «mata de hambre» a nuestras bacterias sino que crea un entorno que favorece la diversidad y el equilibrio microbiano. Al combinar esta práctica con probióticos vivos como los que contiene Biogel®, podemos maximizar los beneficios para nuestra microbiota.
Los ciclos de alimentación y ayuno reflejan patrones ancestrales a los que nuestra fisiología y bacterias se han adaptado durante milenios. Al reintroducir estos ritmos
en nuestra vida moderna y complementarlos con fermentos inteligentes que contengan probióticos de calidad, accedemos a beneficios digestivos y metabólicos profundos.
La microbiota florece cuando se le permite pasar por ciclos naturales de renovación y recibe los nutrientes adecuados para prosperar.
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